Hoy correspondía poner el título "Etapa 13: Arzúa - Santiago (37 km)" pero dadas las circunstancias me apetecía poner algo más expresivo.
Al final no pude resistir la tentación y fuimos a la plaza del Obradoiro. Estuve un buen rato tirado en medio de contemplando la catedral. Es preciosa. Nunca me lo ha parecido tanto. Gracias a todos los que nos disteis ánimos durante este viaje. Dicho todo esto comencemos con la crónica de la jornada.
El día amaneció totalmente cubierto de niebla. Como estábamos en un albergue privado aprovechamos para salir más tarde y así esperar a que despejara un poco. A las 10 comenzamos nuestro último día de ruta. En mi interior dos fuerzas opuestas: por una parte saber que estás a punto de llegar a la meta soñada hacia que mis fuerzas me permitieran volar sobre la bicicleta; por otra parte también por saber que estás a punto de llegar a la meta soñada sabía que el camino estaba a punto de terminar por lo que cualquier cosa me parecía buena excusa para parar o al menos disminuir la marcha.
La niebla que nos acompañó hasta superar el río Tambre le daba al camino un aire místico y mágico como sí fuera un augurio de que hoy era el gran día.
Los km iban transcurriendo por sendas entre frondosos bosques, a veces de pinos otras de eucaliptos pero siempre acompañados por un sin fin de peregrinos. Ciertamente algunos tramos de esta última etapa parecía el paseo marítimo una tarde soldada de julio (la gente de Coruña sabrán bien a lo que me refiero) sin embargo curiosamente no vimos ningún otro bicigrino. A pesar de ello puse especial énfasis en saludar a cada peregrino que adelantamos. Quizás con eso pretendía transmitirles parte de la emoción que me embargaba paulatinamente a medida que nos acercabamos a nuestra meta.
Tras serpentear a un lado y otro de la general (muy mal por la Xunta por no proveer de pasos subterráneos en todos los cruces con la nacional) llegamos a las inmediaciones del aeropuerto. Un duro ascenso de 2 o 3 km que sin embargo hoy subí como empujado por una fuerza especial, la fuerza que me daba imaginar las torres de la catedral que ya casi podía sentir.
Pasado el aeropuerto un par de rampas y sus correspondientes subidas para llegar al monte del gozo. Antes de ello me equivoqué de camino y de casualidad llegué a las oficinas de mi amigo Marcos donde recogí sus alforjas hace escasamente 3 semanas. Para mis adentros pensé "aquí comenzó todo". Un suspiro, una foto y marcha atrás para volver a localizar las flechas amarillas.
Al pasar el monte del gozo ya se diviso Santiago. Procure no buscar con la mirada las torres de la catedral entre las casas. No quería verlas antes de tiempo, todavía no. Un rápido descenso y ahí estaba el cartel que anuncia el nombre de la población. "Santiago" ponía. En este momento me acorde del letrero que había en Roncesvalles "Santiago 790". Cuanto camino recorrido y ahí estaba, a las puertas de conseguir el reto personal.
A partir de aquí ya no veía las flechas amarillas. Ya había estado en muchas ocasiones en Santiago y mis piernas ya se dirigían solas hacia la catedral, tanto que por constumbre eligieron el camino que baja por las escaleras que llevan al hostal de los reyes católicos. Me eché la bici al hombro para bajar los escalones que eran mi último escollo antes del glorioso momento. Curiosamente en este momento la bicicleta me pareció ligera como una pluma. Al llegar a la plaza fui hasta el centro teniendo cuidado de no girar la cabeza hacia la catedral, deje la bici en el suelo, inspire aire hondo, expire y me volví. Ahí estaba la catedral iluminado por un magnífico sol más magestuosa que nunca. Me tumbé en el suelo y la seguí contemplando inmóvil varios minutos. Hoy la veía absolutamente diferente. Era como sí mi mente percibiera mucho más nítidamente cada detalle, cada tono de color, cada matiz en las figuras. Supongo que más de 700 km esperando este momento habrían entrenado mi mente y mis sentidos de una forma especial.
He de reconocer que por unos momentos pensé en entrar. Era como sí la catedral me estuviera llamando insistentemente. Aún así quería dejar ese momento para la misa del peregrino de mañana, justo antes de recoger el merecido reconocimiento de nuestro esfuerzo: la compostela.
Hoy hemos puesto el penúltimo sello en nuestra credencial en el albergue del Seminario Menor (el último será mañana en la oficina del peregrino). El albergue está muy bien y tiene como principal ventaja estar a 15 minutos andando de la catedral. Mañana dejaremos las bicis y las mochilas aquí mientras vamos a comprar recuerdos y a la misa del peregrino.
Mañana será sin duda un día muy intenso emocionalmente. El fin del camino y la vuelta a la vida real tendrán lugar en escasas horas. No se sí lo he asimilado de momento pues creo que mi mente aún sigue contemplando la fachada de la catedral. Mañana a medida que vayan pasando las horas iré tomando conciencia de todo y espero poder expresar con más claridad todo este vendabal de emociones. Mientras tanto sólo decir por última vez "Buenas noches y buen camino" pues el siguiente post ya lo haré desde Coruña y ahí sí que el camino habrá terminado realmente.
PD.: hoy acompañan este texto dos fotos. En la que estamos Luis y yo es la que consideraré foto "oficial" de este blog. La otra en la que salgo con la camiseta del club la he incluido con especial cariño a mis compañeros del club de ciclismo Riazor que han tenido buena parte de "culpa" de esta aventura. Sí no me hubieran metido en la "locura" de la bici no creo que hubiera vivido nunca esta aventura. Un abrazo para todos vosotros
Enhorabuena a los dos y gracias por habernos hecho pasar unos momentos tan emotivos. De alguna manera algunos hemos revivido el camino y las emociones a través de tus comentarios. Gracias por ello.
ResponderEliminarLo que habéis vivido ya forma parte de vosotros mismos y seguro que siempre tendréis en mente repetirlo o hacerlo a pie.
Ya habeis entrado en la historia de los bicigrinos. Ahora toda descansar y luego disfrutar q la experiencia siempre la llevareis dentro Felicidades!!!!
ResponderEliminarEnhorabuena!!la proxima a pie!!
ResponderEliminarVivaaaa, VIVAN LOS BICICLISTAS
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