jueves, 20 de septiembre de 2012

Día 13. Bragança - Verin: La madre de todas las etapas

Distancia: 89 km
Desnivel acumulado: 2100m

Escapar de Bragança, ese era nuestro objetivo de hoy. Según la guía había tres etapas peregrinas hasta Verin. Las tres de unos 26 km Las dos primeras de casi mil metros cada una, la tercera de 'sólo' seiscientos. Problema añadido: entre la segunda y tercera etapa no hay donde alojarse, son cincuenta km de pueblos de cien habitantes o menos.

Habíamos acordado que si los primeros mil metros de subida eran muy duros nos quedaríamos ahí. De todas formas ambos sabíamos que eso era engañarnos porque el etapon se olía en el ambiente.

Salimos muy temprano, antes de amanecer, y anduvimos ya los primeros km siguiendo el camino casi a ciegas. Poco a poco fue clareando el día y con él fueron apareciendo las primeras cuestas de plato pequeño.

Paisaje bonito aunque todo monte bajo y pistas anchas. Repechos exigentes pero cortos y ciclables para inmediatamente perder los metros ganados en una empinada bajada también por pista. Desde mi punto de vista bastante frustrante ya que es cómo si él esfuerzo de la subida hubiera sido inútil. Al menos era más betetero que las llanuras castellanas.

Conseguimos mantener un buen ritmo no sin esfuerzo y llegamos al final de la primera etapa peregrina: Vinhais. Villa más o menos grande y buen lugar donde quedarse.... si no fueran las once y poco de la mañana. No había opción, había que seguir hasta Verin a más de 1500m de desnivel de donde nos encontrábamos. Para mayor complicación la poca información que teníamos de esta etapa indicaba que en los siguientes km habría tramos en los que habría que cargar la bici al hombro. Hay cada uno tenía que sopesar sus fuerzas y las alternativas que había para llegar a Verin ya que no existía otra opción antes ni medio de transporte por lo que había que llegar sí o sí.

Yo decidí ser conservador y elegí ir por carretera los próximos 30 km. Sabía que haría 6 km más que por camino pero tenía la esperanza de que fueran menos duros. Alberto quiso arriesgar y seguir el camino. Acordamos vernos al final de la segunda etapa peregrina y así hacer el tercio final juntos.

Empecé a cubrir el tramo por carretera. Tuve que preguntar varias veces porque no estaba señalizado. La carretera era buena y los desniveles salvables en plato medio. Dos puertos y sus consiguientes bajadas y estaba en el punto de reunión. Total 2h y casi 600m de desnivel. Me había ahorrado más de 300m de desnivel y empujar la bici.

El punto de reunión era el final de la segunda etapa a pie, una aldea llamada Segirei. Son sólo una decena de casas sin bar ni tienda y mucho menos albergue ni lugar donde hospedarse. No tengo no idea de porque han dividido las etapas así porque para un peregrino a pie seria imposible completarlas. Menos mal que ya contábamos con ello y llevamos bocadillo desde Vinhais para comer aquí.

Una hora y pico más tarde llegó Alberto extenuado y todavía sin comer porque no había parado para nada. El camino fuera duro e incluso había desaparecido en un par de ocasiones obligándole a saltar alguna cerca de fincas.

Con 1500m de desnivel y 1850 en nuestras piernas respectivamente comenzamos a pedalear de nuevo sobre las cuatro de la tarde para afrontar los últimos 27 km y 600m de desnivel. El calor apretaba y el sol no daba tregua. Es increíble lo importante que son las sales minerales para el cuerpo porque aunque había fuentes y podíamos beber cantidades ingentes de agua sólo valía para sudar más y seguir teniendo sed.

La tercera parte del recorrido se hizo interminable. Cada cuesta parecía un muro para nuestras extenuadas piernas bajo el sol de mediodía. Cruzamos varias pequeñas aldeas pero en ninguna había bar ni tienda donde poder tomar algo frío. Cuando al fin llegamos a Vilardevos y encontramos el primer bar en cinco horas de ruta nos pedimos dos latas de acuarius que despachamos en escasos minutos.

De Vilardevos a Verin es casi todo asfalto y bajada con lo que en menos de media hora estábamos ahí. El Albergue es bastante cutre. No tiene cocina, ni sitio donde lavar la ropa, ni frigorífico y por lo que parece sólo un baño y ducha para veinte plazas. Creo que hay otro en Monterrey a unos dos km de aquí llaneando. Posiblemente hubiera sido mejor opción.

Mañana llegaremos ya a Orense donde nos incorporaremos a la vía de la plata. Hasta ahora en más de mil km hemos visto a unos cinco peregrinos y otros tantos bicigrinos. Supongo que aunque lejos de la masificación del camino francés a partir de mañana sí que comenzaremos a encontrarnos más acompañados en nuestro peregrinaje.

PD.: La foto de hoy va dedicada con cariño a mi padre


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